viernes, 3 de julio de 2020
Ella
ELLA
Va cada mañana a la casa de los locos,
entrega pasaportes al siglo diecinueve.
Lleva un cucharón de plata en la mano
y un violín envuelto en un papel burbuja.
Va cada mañana a la casa de los locos,
deja una piedra magnética sobre la repisa.
Pone una herradura bajo la cama
al diosecillo de los números impares.
Va cada mañana a la casa de los locos,
piensa en que trofeos para la felicidad.
En que palabras para los cántaros rotos
donde tachan su cabeza los escolares.
Va cada mañana a la casa de los locos,
calcula que alguien es todo lo que queda lejos
y dibuja con tiza un círculo blanco.
Alexandra Domínguez Poemas para llevar en el bolsillo
lunes, 1 de junio de 2020
Buenos días memoria
BUENOS DÍAS MEMORIA
De las horas perdidas junto a una taza de té,
de las horas soñadas junto al Gran Meaulnes,
cuando las manos de los poetas eran dos aviones de hélice
y la hija del jardinero llamaba Rimbaud a una oruga.
Buenos días memoria de los espejos borrados
palabras para decir siete cosas con los labios verdes :
querido foulard de niebla, miel con pájaro.
Buenos días aroma de la hierba cortada, puentes del otoño,
caballos con niñas vietnamitas por el cielo de París.
De las horas pasadas junto a Proust,
de las lentas horas escuchando a Moustaki,
cuando brillaban en el tocadiscos los girasoles negros
y era el corazón un barco ebrio hecho de papel.
La vida nunca es fácil, ser feliz, anochecer,
la cigüeña marca las seis en su campaña,
en las veletas del Oeste octubre va a llover.
Buenos días memoria de las cosas más sencillas,
los ojos de mi gatos, su acordeón y él.
Alexandra Domínguez / La conquista del aire
viernes, 8 de mayo de 2020
El violín de Aída
El violín de Aída
Mi madre tocaba el violín junto a la ventana los días de lluvia.
Con mirada atenta calculaba la mecanografía secreta del
grillo
que hace sonar la cuerdas bajo el arco de crin.
El profesor de música la contemplaba en silencio,
hacía de pronto un gesto brusco con la mano
y ella se detenía y él le indicaba cómo debía repetir otra vez
la pieza.
El invierno era largo, todas las tardes durante un hora
mi madre tomaba clases de violín.El violín de mi madre
era un Schuster & Co. que tengo yo ahora en mi casa.
A eso de las cuatro subía por la cuesta el maestro de música,
con parsimonia y paciencia se disponía a enseñarle la lección
del día,
las mariposas negras del pentagrama, las estrellas de la
partitura.
El invierno era largo, durante una hora mi madre tocaba el
violín, llovía.
A eso de las cinco el profesor daba por concluida la batalla,
cerraba su carpeta, cogía su abrigo, intentaba encontrar la
puerta.
Yo lo veía desde la ventana bajar por la cuesta como si se
fuese abrumado
hasta que se perdía entre los árboles su lenta figura vestida de
negro.
El invierno era largo, a eso de las seis mi madre abría de
nuevo el estuche,
sacaba su violín, comenzaba a hacer sus deberes de música,
llovía.
Algo ocurría entonces que no debe ser comprendido,
algo que jamás debiera ser explicado,
la música del cielo, el canon de la lluvia hecho luz en sus
manos.
Alexandra Domínguez La conquista del aire
miércoles, 29 de abril de 2020
Poema en el que se habla de lo insignificante
POEMA EN EL QUE SE HABLA DE LO INSIGNIFICANTE
Esta mañana la belleza es insignificante.
Una mesa de madera en una casa de Belfast es insignificante
porque una mesa esta quieta y puede ser tortuga y ser lenta
al cruzar un puente que une lo útil con las chimeneas de
la poesía.
Otra mesa hecha con la madera del mismo árbol
en la buhardilla donde soñó Nezval en Praga
es insignificante para el que sentado en la taberna en un
puerto de Noruega
ha abandonado su último sueño y piensa en un barco
hundido.
Todo lo que es probable es también insignificante,
el cabezal de la cama donde no durmió Rilke en Génova
es insignificante,
la almohada de barro y el arcón de tablas donde esta Pessoa,
el mascarón de proa que abrió el armario de los mares a
Neruda.
Esta mañana la belleza es insignificante,
la madera que arde, la corteza del nido del violín,
el lápiz de palo de Chagall, las pajaritas de papel
que echó a volar Virginia Woolf antes de cruzar el agua.
Un árbol no es un árbol si no hubo en él materia de lo
insignificante,
insignificante es el pájaro en las ramas del árbol de la vida,
el pájaro con pico de alfiler en la solapa con escarabajos
de Verlaine,
la niña pájaro que pinta con pincel el jardín de los cerezos
de Chejov.
Lo insignificante es una hoja en blanco, el saxofón sin aire,
el collar sin pez,
insignificantes los colores en la madrugada marchita de
los cines,
el vocalista de la orquesta de los pueblos que canta baladas
en inglés,
oh my love, oh my love.
Esta mañana la belleza es insignificante,
el río Moldava al pasar por Praga, el palomar, el gato de
mediados de abril,
lo que hubiera podido ser y lo que fui,
el ruiseñor de China en las mezquitas rojas del anochecer,
la red de coleccionistas de mariposas, el bosque azul de
los barrios pobres.
Lo insignificante, una rosa de papel en un jarrón de plástico.
Alexandra Domínguez La conquista del aire
jueves, 23 de abril de 2020
Pájaros poema de Juan Carlos Mestre
PÁJAROS
Eso basta, de una isla a otra los poetas se dicen palabras al oído
como mosquitas muertas esperan la lengua del camaleón
pasa el camaleón ¡zas! se convierten en grillos en mariquitas
cocuyos llenos de luz verde como la menta
los poetas ciervos voladores blancos negros
me refiero al uniforme de plumas
esas niñas siamesas de la dinastía del astrolabio
un corrillo de tábanos en las orejas de la eternidad
entre páginas a ras del amanecer su lanolina
no hay otra cosa igual en cien millas a la redonda
Juan Carlos Mestre del libro La bicicleta del panadero
El poeta es un asunto allí en lo invisible
EL POETA ES UN ASUNTO ALLÍ EN LO INVISIBLE
Ese hombre es invisible, su materia de alondra es
invisible,
anda en lo invisible con pasos que hacen ruido en las
calles invisibles,
come cosas invisible, respira lo invisible, paga con
monedas invisibles,
El poeta es un asunto allí en lo invisible, cruza ríos
invisibles,
se acuesta con mujeres invisibles, habla con palabras
invisibles,
en su corazón la melancolía es invisible, piensa en cosas
invisibles,
lee a Kavanagh que escribía libros invisibles,
por ejemplo esto es invisible : My soul was an old horse
offered for sale in twenty fairs.
Su furia es invisible, su tempestad también es invisible,
trabaja en una fábrica invisible, gasta sus codos en
mesones invisibles,
Teiller era invisible, Parra casi es invisible, nadie ha
visto a Rojas.
Los obreros brindan al final de la jornada con jarras
invisibles de cerveza,
los solitarios se hospedan en hoteles invisibles, llaman
por teléfono
a chicas invisibles, esperan en esquinas invisibles a otros
invisibles.
En el verano la lluvia es invisible, abren entonces un paraguas invisible,
se van a provincias invisibles a leer poemas invisibles,
se encuentran en un parque con alguien invisible, aman
lo invisible.
El poeta es un asunto allí en lo invisible, este mismo
poema es invisible,
un espejo es invisible, la ciudad en la que vivo es
invisible,
lo imprescindible y lo insignificante, eso es lo invisible.
Alexandra Domínguez del libro La conquista del aire
jueves, 16 de abril de 2020
Poema Barco de Papel
BARCO DE PAPEL
Alguna vez yo fui una persona sencilla,
una persona sencilla lee sencillamente algo alguna vez,
lee El jardín de los cerezos y tiene recuerdos,
el recuerdo es ahora semejante a otra página leída alguna vez
por alguien que huye de esos mismos recuerdos.
Yo fui alguna vez una persona sencilla,
llevaba la brújula de la sencillez en el bolsillo
como el violinista lleva su soledad en el estuche de caoba,
llevaba el pájaro de la buhardilla de Verlaine,
el día que no tuvo importancia, el día simple,
el hermoso día sencillo del clarinetista yiddish
que oí una tarde, alguna vez, en Londres.
Ciertamente la vida es un barco de papel,
esa misma página de Chejov, a la deriva,
doblada como la historia de mi corazón en cuatro.
Alexandra Domínguez
del libro La conquista del aire
viernes, 10 de abril de 2020
Lennon poema de Juan Carlos Mestre
LENNON
Father, you left me, but I never left you...
En Liverpool, bajo el bombardeo nazi, nació John Winston.
Tan pronto el padre dejó de dar señales de vida,
su madre le compró una armónica.
John Winston tenia diecisiete años
cuando a ella la atropelló un policía ebrio.
John Winston dejó de cortarse el pelo
y siguió tocando la armónica en casa de su tía Mimi.
Padre, tu me abandonaste, pero yo nunca te abandoné a ti...
Luego le dio por ponerse unas gafas redondas
y hacerse una fotografía sujetando a un cerdo.
John Winston conoció a una japonesa
bastante poco atractiva pero que era la bomba.
John Winston se creía más popular que Jesucristo.
John Winston fue nombrado Caballero del Imperio Británico
y le regaló su condecoración a tía Mimi
que la colgó con orgullo en la pared, encima del televisor.
Un tal Chapman le pegó seis tiros el 8 de Diciembre de 1980.
Esa misma noche , a las 23:15, John Winston fue declarado ¿muerto?
Juan Carlos Mestre La bicicleta del panadero
Brooklin
MEDIODÍA EN BROOKLIN
En las calles de Brooklin
la poesía es una ficha de teléfono para hablar con Dean.
Por las calles y puentes de Brooklin
las tristeza es un tranvía que para en todas las esquinas,
entre la Cuarta y la Séptima calle hay once paradas de
tristeza,
entre el trompetista amigo de los alces y el carro de los
helados, doce.
En las calles de Brooklin
los agentes federales se peinan con barbas de ballena,
se pintan los labios con pólvora roja y carmín de acero.
En las calles y las avenidas y los callejones de Brooklin
los muchachos negros encestan la manzana de la geometría
en el aro vacío del crepúsculo, bailan junto a los transistores.
Algunas veces tienen miedo, algunas veces Martin Luther
King
sale de su baúl de flores y toma el tranvía entre la Cuarta y
la Décima.
Entre la Cuarta y la Décima como todo el mundo sabe
hay tres semáforos, diez mendigos y varias paradas de tristeza.
En las calles de Brooklin,
en las buhardillas de los edificios del barrio de Brooklin
Los chicanos riegan con lágrimas sus macetas de marihuana.
El agua no llega tan arriba, el agua de lavar las manos,
el agua de cruzar los ríos, el agua de limpiar por cuatro
centavos
todos los ventanales de cristal entre la Quinta y la Séptima.
En las calles de Brooklin
los puertorriqueños llaman a la tristeza como la llamó
Cervantes,
boina azul llaman también los puertorriqueños a la tristeza,
entre la Cuarta y la Quinta, entre las Seis y la Décima.
En los subterráneos y en los rascacielos de Brooklin,
por el aire oscuro que se asfixia en los tubos y el aire blanco
que respira la nieve de nevar en las reservas sioux.
Por las autopistas y los senderos que cruzan los campos
de algodón
y lo que no es territorio de ardillas ni patria del bisonte,
por la frontera y más allá de la frontera hasta donde
llega Brooklin,
en la Cuarta esquina entre la Dos y la Séptima
donde espera el mediodía su tranvía, humilde y triste, Lincoln.
Alexandra Domínguez
La conquista del aire
miércoles, 8 de abril de 2020
Poema de Rosamel del Valle
Día domingo, en noviembre, las palomas duermen en
el aire,
Bajo un sol tan delgado, enfermo, sin familia.
Las gentes vuelven la cara para oírte, para ver quién
sueña
Tan cerca de sus oídos poco acostumbrados a estas
cosas.
El viento se abre paso, azota las hojas, escupe, sujeta
las palomas.
Nadie sabe. Y tú hablas. Conversas con personas
invisibles, con personas
De otro día, de otro color, vestida con otros trajes.
Dificultades, por cierto, actos que responden a obscura
paciencia ;
Y sin embargo, brillantes formas, admirables trabajos.
Podrías decir que has tenido de huésped a una estrella,
A una planta, a un insecto, a un océano, a un pájaro,
En tu casa ,por entonces, a la entrada de la noche.
Que sabor de los vinos, qué luz del pan de los bosques;
Qué niñas, qué jóvenes, qué caballeros, qué señoras ;
Qué danzas a son de cielo, a orquesta de árboles;
Qué salas espaciosas, qué cantos, qué conversaciones.
Sólo que tu casa está a la entrada de la noche,
sólo que tu casa está cubierta de tierra,
De hierbas, de plantas que no pueden acompañar a la
lluvia.
El viento se abre paso, golpea las piedras, despierta a
las arañas.
Las gentes vuelven la cara para ver quién sueña en el aire.
Rosamel del Valle del libro La visión comunicable
martes, 31 de marzo de 2020
Por poner un ejemplo.Poema Alexandra Domínguez
POR PONER UN EJEMPLO
Sin duda alguna Gonzalo Rojas debería figurar en la
Antología de Spoon River.
De alguna manera Edgar Lee Masters
le dejó una sitio entre Robert Davidson y Elsa Wertman.
Ahora que lo observo allí arriba, pequeño patriarca de lo
máximo,
hablándole a los Borbones como si les hablara a los
mineros de Orito,
enseñándoles burlón las sílabas de lo incomprensible, esa
cosa de la poesía
que se mete en el cerebro como escarabajo de oro
en la comodidad de la tumba horrorosa, ahora
que el desconocido lagarto secreto y renegado y olvidadizo
de los otros grandes
pequeños como él, el Enrique Lihn atándose a la mano
el lápiz moribundo,
dónde andará el Ángel Jorge Gorrion Teillier, y el
Rosamel del Valle
que tenía nombre de muchacha de la zona de los lagos,
y Pablo de Rokha abriéndose el cráneo con la aguja
finísima del escopetón,
en fin, ahora que veo a Gonzalo allá arriba, o allá abajo,
y pienso en la otra conjetura de la conjetura,
que cuando venía a casa y la cabeza etrusca cerraba los
cuatro ojos
de guerrera ciega o vigilante en el transmundo,
y Rojas Gonzalo respiraba deprisa como los asmáticos
robados por el amor,
y se abría la consulta celeste sobre el futuro que no se cumplió,
porque no vamos a creer ahora en la eternidad, esa viejuca
con chanclas,
ni en la consagración si uno no tiene una lápida en Spoon
River,
entre Robert Davidson y Elsa Wertman por pone un
ejemplo.
Alexandra Domínguez
del libro Poemas para llevar en el bolsillo
viernes, 27 de marzo de 2020
Berlín poema de Juan Carlos Mestre
BERLÍN
Año tras año, cada domingo, hacia mediados de enero
la dialéctica de la espontaneidad se reúne en Berlín con Rosa
Luxemburgo.
Acuden los líderes de los pantanos, cantan el himno de los arillos
en la orejas.Han venido los pájaros de Walter Benjamin
a ser definitivamente entendidos este domingo de mediados
de enero.
Gloria a los escarnecidos, gloria a los elevados por las madres
que sostuvieron el sencillo universo de la lucha de clases.
Rosa Luxemburgo, vestido de negro y subida a un cajón de madera
habla con vehemencia al cordero y al lobo : No más créditos
a la guerra,
no más hechicerías de patria al evangelio de los desesperados.
Año tras año, cada domingo, ángeles envejecidos caídos
del infierno
Custodian a los inválidos y a los niños de las negaciones.
Han echado arenques envenenados en el asilo, el orden reina
en Berlín.
¿Queda abolida la pena de muerte?
Dicen que hay cadáveres que hablan más alto que las trompetas.
Y los patinadores recogen su cerebro despedazado por un culatazo.
Juan Carlos Mestre del libro La bicicleta del panadero
viernes, 20 de marzo de 2020
Poema de Rafael Pérez Estrada
LAGO
Un haiku en su brevedad dispone el ánimo a la melancolía.
Basta con ordenar muy pocos elementos : ánades, plantas acuáticas
y un ave migratoria; y dejar que el testigo vuele con su imaginación
al ritmo cerrado del poema.
Rafael Pérez Estrada del Libro Poesía (1985-2000)
Editorial Renacimiento
Rafael Pérez Estrada (Málaga, 1934-2000) es autor de una amplia y sorprendente obra literaria como plástica. Su mundo creativo está presidido por el valor que el mismo daba a la imaginación :"Asomarse a su literatura es vivir una tensión insólita, porque nada tiene que ver con la realidad, si acaso con la fantasía más desbordada". (Manuel Alvar).
Francisco Ruiz Noguera
martes, 3 de marzo de 2020
El señor Rot
EL SEÑOR ROT
La gente que tiene casa suele barrer las hojas del jardín
de su casa.
El señor Rot barre todas las mañanas las hojas del jardín de su casa.
La casa del señor Rot está pintada de blanco y tiene un
magnolio a la entrada.
El señor Rot salud a los vecinos,
saluda efusivamente al repartidor de periódicos,
saluda al lechero y al vendedor de camarones de tierra.
Podría decirse que el señor Rot es un saludador profesional
que barre las hojas del jardín de su casa.
Nadie hay en el barrio más experto en asuntos del saludo
que el buen vecino Rot, barrendero de hojas del jardín
de su casa.
Un buen vecino es alguien que te trae por diciembre
galletas de pascua
y durante las vacaciones te recoge la correspondencia.
El señor Rot separa en montoncitos las hojas,
las que están todavía verdes, las que ya se han puesto
amarillas, las rojas.
Buenos días señor Rot, adiós señor Rot, hasta luego señor Rot.
El señor Rot es amable, el señor Rot es el padre de Rit y de
mi amiga Rat.
El señor Rot llegó a esta ciudad a finales del cuarenta y cinco
y desde entonces no ha hecho otra cosa que barrer las hojas
del jardín de su casa.
Barre por la mañana, barre al atardecer, durante la noche barre.
Aparentemente esta es la historia del señor Rot, padre de
Rit y de mi amiga Rat.
Alexandra Domínguez
del libro Poemas para llevar en el bolsillo
jueves, 20 de febrero de 2020
Genealogía del árbol del conocimiento
GENEALOGÍA DEL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO
El traje de cachemir de la India no es inglés
como tampoco el proverbio árabe es alemán.
Entender una tela equivale a aceptar otras manos,
vestirse con otra sonrisa al anochecer.
Que sentido puede tener cerrar una puerta
si hay alguien detrás esperando el viernes.
Así de confusas las asociaciones del hilo
que teje el papel, la lámpara verde
en el circo de equilibristas.
Escribir, arrebatarle sentido
al pasadizo de la importancia,
niebla para los gendarmes,
milagro para los descendientes del mar.
Alexandra Domínguez
La conquista del aire
Los amigos perdidos
LOS AMIGOS PERDIDOS
Más altas visiones tiene el que se encierra en el bosque de
los amigos perdidos,
con el terrible color gris que algunas veces es irreconocible
y le llamamos gris por parecerse a una jaula.
Más altas visiones tiene el que carece de iris para las visiones
y se interroga sobre la realidad de lo petrificado,
un eco de algo en la estatua, una llave en el vino.
Más altas visiones y no de ángel
y no de elocuencia ni de género ni de miel,
la que echa su vida como pan a los pájaros.
Más altas visiones,
más alta luz la que ofrece lo mismo que le ofrecen
los amigos perdidos desde oscuros reinos.
Alexandra Domínguez
La conquista del aire
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