miércoles, 8 de abril de 2020
Poema de Rosamel del Valle
Día domingo, en noviembre, las palomas duermen en
el aire,
Bajo un sol tan delgado, enfermo, sin familia.
Las gentes vuelven la cara para oírte, para ver quién
sueña
Tan cerca de sus oídos poco acostumbrados a estas
cosas.
El viento se abre paso, azota las hojas, escupe, sujeta
las palomas.
Nadie sabe. Y tú hablas. Conversas con personas
invisibles, con personas
De otro día, de otro color, vestida con otros trajes.
Dificultades, por cierto, actos que responden a obscura
paciencia ;
Y sin embargo, brillantes formas, admirables trabajos.
Podrías decir que has tenido de huésped a una estrella,
A una planta, a un insecto, a un océano, a un pájaro,
En tu casa ,por entonces, a la entrada de la noche.
Que sabor de los vinos, qué luz del pan de los bosques;
Qué niñas, qué jóvenes, qué caballeros, qué señoras ;
Qué danzas a son de cielo, a orquesta de árboles;
Qué salas espaciosas, qué cantos, qué conversaciones.
Sólo que tu casa está a la entrada de la noche,
sólo que tu casa está cubierta de tierra,
De hierbas, de plantas que no pueden acompañar a la
lluvia.
El viento se abre paso, golpea las piedras, despierta a
las arañas.
Las gentes vuelven la cara para ver quién sueña en el aire.
Rosamel del Valle del libro La visión comunicable
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