En Crónicas de Nueva York, el gran poeta chileno
Rosamel del Valle, nos ofrece el
rostro más amable de la metrópolis . Un recorrido poético y literario por sus
calles, parques, teatros. Un apacible huésped entre los sueños de una multitud
invisible .Al poeta le interesa relatarnos su último encuentro con las ardillas
de Central Park, el fantasma de Edgar Allan Poe paseando por la
habitación, el Brooklyn de Walt
Whitman… Las crónicas de un Flâneur , un solitario paseante callejero.
Rosamel del Valle nace en Curacaví, Chile el año
1901. Considerado unos de los poetas más importantes de la vanguardia
latinoamericana. Vivió en Santiago hasta el año 1946, año en que viajó a Nueva
York, contratado en la Oficina de Publicaciones de Naciones Unidas. Regresa a
Chile el año 1962. Autor de una docena de libros, algunas novelas, un libro de
cuentos y un ensayo sobre la poesía de Humberto Días- Casanueva.
"Eso fue anteayer, en Long Island. Luego vino Nueva York, es decir, Manhattan, la isla coronada por los sueños del poeta Walt Whitman. A las ocho de la mañana me voy de carrera al Central Park, visito todos los rincones donde me detuve muchas veces con el placer y la fatiga de quién huye de sí mismo y donde las ardillas relampagueaban a menudo sobre mis manos y como diciéndome algo para mi, naturalmente, incomprensible. Corro bajo los árboles y los cerezos en flor; cruzo los puentes sobre los pequeños lagos, me trepo a las rocas donde más de una noche vi arder las fogatas de los tranquilos indios de Manhattan y que hoy brillan bajo los soberbios reflejos de los rascacielos solitarios.Si, aquí pasé mis horas tranquilas, las pocas horas tranquilas que me cedió Nueva York como homenaje a mi abulia sudamericana.Aquí aprendí a amar la nieve, a caminar sobre lagos helados, a vivir los sueños y las pesadillas que nos siguen durante la noche y que bajo una tempestad de nieve recobran una realidad maravillosa y espantable.Aquí fui el paseante solitario del alba y de la noche y no me va a ser fácil olvidar la mirada lívida de los rascacielos en los bulliciosos amaneceres neoyorquinos, ni la férrie de sus rayos nocturnos cuando la vida entera de Manhattan se sumerge bajo la tierra para la nueva jornada de trabajo o para el cotidiano baile de máscaras a la siga del placer reparador."
Nueva York, 11 de Junio de 1948
Rosamel del Valle ,Crónicas de Nueva York
No hay comentarios:
Publicar un comentario