lunes, 21 de diciembre de 2015
La casa de los peces
LA CASA DE LOS PECES
Vivo en la casa de los peces donde el hombre es un río lejano,
donde el profeta de las cenizas está prisionero en sus sueños
y en cada pupila quemada el espía de los silbidos vigila una estrella.
Vivo, por decirlo así, en la casa de los peces de la transparencia
donde todas las escaleras llevan hasta la profunda ciencia del humo
el silencio de los que se aman sobre la Tierra.
Vivo bajo las lluvias desconocidas que vienen a hablarnos,
cerca de las ventanas donde se asoman los que a nadie esperan,
vivo entre los que permanecen inmóviles esperando la resurrección de su nada.
Vivo en los que desaparecieron y caminan por subterráneos jardines
y entre aquellos que aún no han abierto los ojos a los destinos solares,
vivo en la imaginación de los que florecerán en sus lechos nocturnos.
Vivo en los que viven después de haber respirado su primera mañana,
al lado de los que construyen el recuerdo de su concluida aventura,
vivo junto a los cuadros borrados por la visión de otra voz absoluta.
Vivo en la negación de la muerte donde todo pensamiento es un ángel que huye,
donde cada persona se alimenta con alas y mensajero y caballo,
vivo en la casa de los peces donde el hombre es un río lejano.
Alexandra Domínguez del libro Poemas para llevar en el bolsillo
martes, 1 de diciembre de 2015
Flores para Wilde, Alexandra Domínguez
FLORES PARA WILDE
No lo olvides, Benvenuto Cellini las hubiera hecho fundir en plata,
no son rosas, son las palabras de mi padre defendiendo a Wilde,
en el cementerio de Père Lachaise hoy cuatro de octubre, otoño,
Carezca de sentido la flor en el ojal, guarde su tijera de plata el jardinero,
carezca de razón el capitán de un barco.
Pueda de la mano de mi padre regresar esa sombra al Tribunal,
defender su guante blanco ante la reina, ser nombrado lord
por sufragio universal de todo los fugaces astros de la noche.
Declaren ante el juez los días lunes, acuda de testigo el mar de Irlanda,
jure la Luna por su noche, jure por su honor el Sol sobre un sombrero.
Diga cada cual ante la Corte quién más alto en la rama de los hombres,
quién en letra de escribir más tinta de soñar,
quién más solo náufrago bajo el mar del cielo,
dilo tú, anglicano gris pastor de lobos.
Hay en la Prisión de Reading un panel de pájaros,
hay una boquilla de marfil en cada mesa de París junto al café,
hay una gota de tinta azul en el manifiesto de lluvia del otoño.
Vuelva de la mano de mi padre a su bella verdad la absuelta sombra,
borre la niebla un carro de caballos, salga de nuevo al escenario,
lo aclame el tapiz rojo, lo aclamen las butacas de los números impares,
la última comedia de la muerte ha terminado.
Alexandra Domínguez, del libro La conquista del aire
sábado, 28 de noviembre de 2015
Nueva York
Cruzando el Puente de Brooklyn
Hotel donde Rosamel del Valle solía tomar el aperitivo
En la Biblioteca Pública
jueves, 26 de noviembre de 2015
Le Flâneur, Rosamel del valle, Crónicas de Nueva York
Mestre en Harlem, Noviembre 2015
"Lo mismo sucede con el Harlem."No vaya usted a Harlem", le decían algunos escritores americanos a Simone de Beauvoir, la novelista francesa,en su reciente visita a Nueva York."Corre el riego de ser molestada por los negros". Sin embargo, ella fue una noche a Harlem, lo recorrió de punta a cabo, entró en los cabarets donde reina el auténtico jazz y si de algo tiene que quejarse - declara en un artículo - es que los negros ni siquiera hayan detenido los ojos en el color bastante rubio de su pelo. Al contrario, dice, fue objeto de ciertas gentilezas que sin duda no reciben muy a menudo los americanos que van por allí en son de batalla.
Rosamel del Valle Crónicas de Nueva York
lunes, 23 de noviembre de 2015
Poema La metamorfosis de Ibzni Alahuá
Estas manos que ahora me ofrecen collares, coral ensartado en cuero,
estas manos con cuentas de cristal pulido,
gotas de sal azul y sangre de paloma, esos lagartos verdes
de malaquita, de ganas de llorar, de que hago yo aquí en Berlín
comprando lo que solo un dios puede vender, escarabajos de
obsidiana vivos, caracoles blancos del Mar Muerto.
Estas manos con sortijas de cobre, esos dedos de araña sagrada,
domaron caballos en Asia, llenaron un cántaro en el Eufrates,
guiaron caravanas nómadas por el vastos territorio de la noche.
Estas manos de Berlín, las manos de un hombre que está solo,
construyeron templos, dieron agua del Tigris a los camellos,
ordeñaron cabras.
El padre del padre de este hombre nació en Tiro, el abuelo
del padre del padre de este hombre cultivó trigo en Palestina,
intercambió pan por aceite a los hebreos, plata por alcohol a los fenicios.
Estas manos del descendiente asirio que habló con las estrellas,
este primo de Abraham que sobrevivió a la zarza, al Corán, al humo,
este emigrante sin papeles, el bello ilegal tras el mostrador del aire,
el remoto nieto de los que promulgaron las primeras leyes,
el código de Hammurabi, la antigüedad de las estelas de los astros,
el derecho que tiene a brillar cualquier hombre.
Las manos de ese hombre que me ofrece un collar de cedro,
un alfiler con pez, unos pendientes con la estrella fugaz de los desiertos,
el árabe en la pensión del árabe, el hombre del bigote negro,
el hombre de los ojos negros bajo el cielo negro de Berlín.
Alexandra Domínguez libro La conquista del aire 2000
sábado, 21 de noviembre de 2015
Mestre Le Flâneur
Nueva York Noviembre 2015, Trinity Church
HUMO
Estoy en Nueva York y como acostumbran a decir las bocas
de colores de los peces chinos, ya están los tulipanes abiertos.
En Lexington Flower Shop he comprado quince dólares de
nomeolvides para llevarle a Robert Fulton, enterrado en el cementerio de la
Trinity Church.
Casi llegando al final de Broadway, con una bolsa de
papel marrón colmada de recuerdos imborrables y pipas de calabaza para Robert
Fulton.
Aquí también viene a hacer picnic Jean-Michel Basquiat.
Trae un sándwich de atún y un refresco de zarzaparrilla. Se sienta en cualquier
piedrecita de la consolación a liarse la cabeza con incendios forestales fuera
de control y otros garabatos yorubas que dan vueltas a piñón fijo alrededor de
los ancestros.
Solo un poco más allá en el club de la competencia, Mano
Dura firma acuerdos devastadores con algún gobierno más que muy favorablemente
convencido de las ventajas del expolio capitalista.
Aparte de a traerle unas flores a Robert Fulton, la
verdad es que dudé entre siemprevivas o nomeolvides, no sé a qué otra cosa he
venido yo aquí, incrustado como la tapa de un bolígrafo entre los que andan a
guantazo limpio por las aceras.
Los blancos son sombríos como paracaídas que ya han hecho
la gracia de aterrizar ante las narices del gobernador del Estado. Los negros
pasan en patinete a una velocidad de vértigo.
Mi tiempo no es de este mundo y bajo el cementerio de la
Trinity Church, dicen los ancianos que llevan mucho tiempo en la maleta, las
plantaciones de algodón han comenzado a echar nuevos brotes para las heridas de
la próxima guerra.
Y yo aquí, en el cementerio de los anglicanos,
empequeñecido por no haber cometido todavía ningún desaguisado que requiera la
atención pública, con quince dólares de primavera en una mano y una bolsa de
papel marrón llena de recuerdos imborrables y pipas de calabaza para Robert
Fulton en la otra.
No hay nada como ser versátiles le comento a Basquiat,
mientras un mendigo nos ofrece un pedazo de su pizza de rúcula, demasiadas barcazas
y submarinos a hélice, efectivamente, efectivamente.
Cualquier monstruo tiene ahora autoridad sobre las
palomas de siete patas que picotean la sabiduría de los champiñones discretos
entre las tumbas del cementerio de Wall Street
Y le dejo los nomeolvides al simple ingeniero Robert
Fulton, un estafador entre muchos, pero —las cosas como son, añade aquí el
poeta—, inventor de la chamusquina y el inocente humo de los barcos.
Juan Carlos Mestre de su libro La bicicleta del panadero
El término Flâneur se refiere al explorador urbano, observador atento y cabal, que se mezcla con el gentío, abierto a la vida de la ciudad. Es un personaje que se hace popular en la Francia del siglo XIX. Walter Benjamin describía al flâneur como figura esencial del moderno espectador urbano, considerando a Charles Baudelaire uno de sus mejores representantes. El poema Humo de Juan Carlos Mestre surge en una visita de Mestre hace unos años a Nueva York.Se encuentra con la Trinity Church, en su cementerio está el ingeniero Roberto Fulton, que inventó la máquina a vapor. Esto generó enormes beneficios a la economía, sin embargo el ingeniero murió en la pobreza. Contradicciones de la historia, la Trinity Church es un remanso de paz y silencio, humilde ahora rodeada por los enormes rascacielos que encarnan la riqueza de la ciudad.
Biografía
Alexandra Domínguez, Concepción, Chile. Estudia en colegio Inglés St Johns y luego en el Liceo Francés Charles de Gaulle de su ciudad Realiza estudios de universitarios de periodismo y Bellas Artes en Madrid y Barcelona. Obtiene la licenciatura de Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Como artista visual ha realizado numerosas exposiciones de pintura y obra gráfica tanto en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. El año 1989 obtiene en Chile el Premio Nacional Salón sur de Pintura por su obra titulada "El mar de la utopía". El año 2000 obtiene el "XX Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez por su libro La conquista del aire publicado por la Colección Juan Ramón Jiménez de Poesía. El 2006 le otorgan el "XIV Premio de Poesía Rincón de la Victoria" por el libro Poemas para llevar en el bolsillo, publicado por la editorial Renacimiento. Ese mismo año realiza una exposición individual en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile. El año 2008 sus dos libros de poesía fueron publicados por la editorial Cuarto Propio de Santiago de Chile, que obtiene el 2009 una mención honrosa en el Premio Municipal de Literatura de la Municipalidad de Santiago de Chile. Vive en Madrid.
miércoles, 28 de octubre de 2015
lunes, 26 de octubre de 2015
Poética
Acuarela de Juan Carlos Mestre
Hay un mito que sostiene que la poesía
chilena estaría fundada en esa paradójica dialéctica entre la hermosura y el
trauma, la belleza tantas veces terrible de una geografía que roza la
revelación de lo alto, a través del secreto y las fuerzas telúricas. Ello te
obliga a permanecer siempre en lo mismo de lo mismo, y quizás por eso a leer a
escribir lo innombrable en una intensa soledad, con un sentimiento de fuga,
pero a la vez de constante regreso a un país construido con el resto de todas
las palabras, la desobediencia de todos los lenguajes.
La poesía me devuelve a un lugar mítico,
donde vagan libremente todas las revelaciones, todos los enigmas de los grandes
poetas chilenos, que le arrancaron palabras al vacío para forjar la identidad y
conciencia de un pueblo. Al regresar poéticamente me abrazo al huidizo desierto
de Atacama, al persistente Sur, a las piedras de Chile, al pan amasado por las
pobladoras de la Cruz del Sur, sintiendo a mis espaldas la amorosa presencia de
los antepasados reales e imaginarios, personales, colectivos y literarios. Pero
lo hago como una extranjera, una viajera en tránsito, intentando poblar la
distancia que me separa del origen con las voces colectivas que me unen y son
parte de mí, después de haber recorrido otros mundos, escuchado otras voces.
Alexandra Domínguez
viernes, 16 de octubre de 2015
Poética
Pintura sobre papel
POÉTICA
¿Pero
hacia dónde? ¿Hacia qué intemperie o casa va la mujer, el hombre, la realidad
sin género de su aptitud de habla?
Lo ignoro. Sigo pensando en ello. Pero tal vez sean los poetas, los que
desconstruyen como el cabalista las palabras, quienes me hayan mostrado
finalmente el principio. No vamos a otra parte que no sea hacia nosotros
mismos. Detrás de todos los sentidos de lo oculto lo que significa es la idea
de lo que en cada palabra existe. No sé si una verdad superior, pero si una
cualidad de verdad, una misteriosa, imprescindible por inalcanzable voluntad de
redención, un lugar sin tiempo donde la conciencia del pasado es anticipación
de las palabras del futuro. Para el poeta adentrarse en la escritura es salirse
de la normativa de los significados, hacer significante el azar, concebir lo
que se bifurca como constante dirección del camino, laberinto que deviene en
laberinto, salida que conduce a la entrada donde se encuentra, nuevo, intacto,
otra vez el secreto. Mas no se trata de algo encerrado, sino más bien de un
secreto con todas las puertas abiertas, en el que no está reservado el derecho
de admisión, pues él, el conocimiento humano es en si mismo un derecho natural de la condición de
persona.
Esto que digo, este camino que
he tomado para explicarme está lleno de obstáculos. Yo no puedo ante sus
impedimentos. Nombro el paisaje que rodea mi cabeza, levanto su mapa, señalo en
él lo áspero y amable de mis sentimientos al recorrerlo, mas no sé de qué
materia es la materia de lo que a lo lejos brilla, de qué tierra humilde, de
qué arcilla noble, mi condición de mujer que escribe versos. Ahí está la
imaginación, ahí también los símbolos y mitos, ahí los sagrados alimentos de
cuantos me han ido iluminando con su linterna de palabras mi pequeño camino.
Al reflexionar sobre ello he creído entender que la poesía no es solo un
acto de escritura, mas aún, que la poesía existe antes que la escritura. La
poesía como un acto previo de la conciencia, un acto de revelación cuyo suceso
acahece inherentemente a todo aquél que se adentra, por voluntad o extravío, en su lugar moral, y es
allí donde adquieren identidad, y allí también donde su personalidad de habla,
su relación con el mundo, su otredad, su pasión precaria, su temor ontológico,
son, no razón real de su ser, sino virtual conciencia poética.
Algunos poetas escriben para aprehender, otros para desprenderse, el
intento es el mismo, la palabra es extraña, misteriosa en ambos, igual de
sobrecogedora la ilusión de su vida enfrentada a los enigmas de la muerte,
igual de perecedero su amor ante la duración de la vida. Pero basta aquí
también una palabra para salvarlos, la
iluminación de alguna palabra de verdad, esa verdad ante la que cada
poeta intenta emplazarnos, esa verdad que dignifica la condición humana cuando
lo más propio de nosotros, la palabra, es compasiva y clemente, con la
construcción de nuestro destino.
Alexandra Domínguez
viernes, 9 de octubre de 2015
El oficio del poeta Elisa Martín Ortega
La literatura es entendida como un texto con numerosas capas que cada lector lee, reinterpreta y reescribe. Esta concepción conecta de inmediato con la percepción que tiene el cabalista de las Escrituras, como un bien inagotable o un rostro envuelto en setenta velos (un número que remite al infinito) ; el fondo es inalcanzable, el rostro nunca puede ser visto.
Jaime Alzraki
El oficio del poeta estaría íntimamente unido a esta creencia. En sus versos el poeta intenta llevar a cabo un trabajo de interpretación del mundo atendiendo a los murmullos, los sonidos y las luces, tratando de revelar su significado oculto. Dicha labor, que excede las capacidades humanas, es para Borges universal y necesaria : el lenguaje secreto de la vida y de las cosas debe tomarse como base de cualquier ejercicio poético. Y así lo expresa en su célebre poema "Arte poética" :
Elisa Martín Ortega
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor, un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
vuelve como la aurora y el ocaso (Borges 1989)
Del libro El lugar de la palabra de Elisa Martín Ortega
miércoles, 30 de septiembre de 2015
Cartografía de los desconocido
CARTOGRAFIA DE LO DESCONOCIDO
Escribió el poeta René Char que un poeta
debe dejar huellas y no pruebas, porque solo las huellas nos hacen soñar. He
seguido el rastro sigiloso de ese pensamiento toda mi vida, y por ese camino,
más cerca del trabajo concebido como el oficio de una delicada pasión que el de una razonada declaración de
principios, han salido al inspirado viaje de lo incierto mis grabados, pinturas
y poemas. La búsqueda de un rastro, el hallazgo desconocido de una estética que
devenga en conducta e ilumine, aún en su leve precariedad, la conciencia. Creer
en la belleza podría ser seguir apostando por los lenguajes del porvenir,
adelantarse para encontrarnos en él un lugar futuro, un espacio que por
misterioso también lo sea en su cualidad de inquietante y acaso, hasta conmovedor.
Creo que todo artista ha de
asumir algún desafío por humilde que este sea con la imaginación de lo
infinito. No existe mayor razón que justifique la ética del presente que su
multiplicación en las estéticas del porvenir. He asumido el desconocer, el ignorar ciertos discursos de saber como
resistencia a la voluntad objetiva del conocimiento artístico. Mi acercamiento
es la visión, el desafío de lo real desde la construcción de otro imaginario
del mundo. Mi necesidad, en términos de desafío a la carencia, sigue siendo
como desde un principio, lo desconocido, el deseo de lo desconocido, la mirada
capaz de inventar un mapa espiritual para aquellos que en el aire, aún vagan
sin tener la casa de sus revelaciones, la dignidad de sus conjuros, la aplazada
deuda de su felicidad sobre la Tierra.
Buen sitio es un
papel para quedarse a falta de otro lugar donde levantar su conciencia utópica
los seres humanos. Bastaría que estas telas, estos papeles, fuesen una sencilla
casa de huéspedes, un punto de luz alejado de las cartografías del mal. Hablo
de mundos, pero hablo de enigmas, de paisajes invisibles, de nómades que
cruzan desiertos íntimos, de
rastreadores de huellas, de aquellos que por todo equipaje no llevan otra cosa
que la intemperie de su propia alma, el hospitalario don de renunciar a ejercer
su autoridad artística sobre los demás para devenir en otro, otro diferente que
yo cuya razón de ser es mi propia conciencia.
Dibujo piedras, grabo
su sombra. Dibujo sombras, oigo el zumbido de sus partículas elementales
alrededor del cero de la nada. Nada más barroco que el aire, nada más sencillo
que la cima de las emociones humanas, un mismo destino para lo efímero, un
mismo hogar para las palabras dibujadas que oyen los ojos cerrados de los
antepasados. Cosas pequeñas, animales que silban en el bosque. A mis grabados
ha traído prestado el poeta sus símbolos, un desconocido ha dejado en mi puerta
una cuchara de azúcar, el sabio me ha rozado con la superstición, el navegante
me ha convidado a su mito. No es gran herencia lo inútil cuando se convierte en
lo imprescindible. Habría de llamarlo memoria, pero lo llamaré poesía en forma
de rosa como el amado Pasolini.
Hago arquitecturas
con los palitos que deja el temporal en las veredas del corazón. Hago líneas
que no están rectas porque desobedecer debe seguir siendo una manera elegante
de protegerse del autoritarismo. Hago manchas como pan amasado por las
pobladoras de la Cruz del Sur. Pinto como quien se abraza a un desaparecido. Lo
demás, siempre habrá tiempo de contarlo cuando el tiempo y este ruido acabe.
El color, he pensado
alguna vez, es la ilusión de un recolector de mitos. En cierta forma puede que
no sea más que el oficio del mar el oficio del azul, ni otro que el rojo el
oficio de las manzanas, como no es el negro sino para la unánime dimensión de
la muerte. Lo trágico no es el ocre amarillo que perdura desde los ritos del
hombre de las cavernas iluminando a las civilizaciones del arco iris, lo
trágico es la ausencia de la luz y la penumbra de las épocas de sus sucesores.
Pongo color donde esta lo sagrado, pigmento donde resucitará la ceniza. Tengo
la misma fe en el verde que en los árboles, semejante alianza con la vibración
mágica de la obsidiana y el negro. Manías elegidas en el cultivo de la contemplación.
Semillas que echan sus raíces en el sueño.
Mi sueño es el sueño
de tu sueño. Se cree o no se cree. Yo creo. Creo que ennoblece mirar las
estrellas, mirar la estrella que cada uno lleva para conjurar los peligros en
la frente, las estrellas que quitan la sed y nos prestan a veces el amor, las
estrellas rojas, las estrellas amarillas, las estrellas que se acercan de
puntillas a los ojos del astrónomo Rosamel. Basta con su luz para ver el punzón
sobre la plancha, para mezclar las tintas, para diferenciar el barro del dolor
de los pigmentos de la felicidad. Nada original, en eso mismo anduvieron los
antiguos persas, los mayas con el guacamayo al hombro, los recolectores de
piñones en las fronteras de la nieve.
Huellas. Diecisiete
años de huellas para volver al mismo sitio que ya nunca será el mismo sitio.
Telas que ahora colgarán en los muro en homenaje a Violeta Parra que duerme a
dos pasos de mi padre bajo la lluvia. Papeles que podrían ser cometas,
volantines alzándose hacia la más transparente de las memorias: la cartografía
de los ángeles ciudadanos, sus ojos invisibles que cuidan las huellas del
mundo.
ALEXANDRA DOMÍNGUEZ
Crónicas de Nueva York de Rosamel del Valle
Y a propósito del "feo,pero agradable vicio de la copita", como dice Orlando Oyarzún, recordemos la anécdota de Chesterton e Hilaire Belloc. Discutían un día ambos escritores sobre las causas de la embriaguez y para llegar a alguna conclusión decidieron aplicar un principio de lógica.Bebieron una noche whisky con agua, y se embriagaron. La próxima noche optaron por el brandy con agua, y nuevamente se emborracharon. Una tercera noche se decidieron por el gin con agua, y obtuvieron el mismo resultado. Entonces llegaron a la conclusión lógica de que como el agua era el factor constante, el agua tenía que ser también la causa de sus borracheras.
Rosamel del Valle ,Crónicas de Nueva York
lunes, 28 de septiembre de 2015
Poema Si eres
Grabado
SI ERES
Si eres la amante de un expedicionario abandona tu piano,
pues a la retórica de los desfiladeros no le sientan bien los sombreros verdes.
Aprende a silbar como el rayo de sol al oro vacío de los dioses,
vístete para los dátiles bajo las nubes limpias de Jerusalén.
Si no eres la amante de un expedicionario abandona también tu piano,
pues en los salones de juego la música vienesa suena a falsa sortija
y todos comenzarían a hacerte caso, a prestarte atención como si mandaras.
Una mujer imperturbable debe estar reñida con las piezas a cuatro manos,
de poco sirve tener la voz aguda si te confunden con un cisne del sur
y llevas medias de seda y no eres la amante de un expedicionario.
Alexandra Domínguez Libro Poemas para llevar en el bolsillo
jueves, 24 de septiembre de 2015
Canto a los hombres de Inglaterra , P.B.Shelley
Litografía
CANTO A LOS HOMBRES DE INGLATERRA
Hombres de Inglaterra ¿Por qué arar la tierra
De los señores que os someten?
¿Por qué tejer con trabajo y esmero
Las ricas ropas que viste los tiranos?
¿Para qué alimentar, vestir y cuidar,
Desde la cuna a la tumba,
A esos parásitos desagradecidos
Que drenan vuestro sudor y beben vuestra sangre?
¿Para qué , abejas de Inglaterra,
Forjáis las armas, fustas y cadenas
Con los que esos inútiles, zánganos
Roban el fruto de vuestro trabajo?
¿Acaso tenéis descanso, calma y bienestar ;
Abrigo, , comida o el suave bálsamo del amor?
¿Que es lo que compráis tan caro
Con vuestro dolor y vuestro miedo?
Otros recogen vuestra cosecha ;
Otros se apoderan de vuestra riqueza ;
Otros visten las ropas que tejéis,
Otros empuñan las armas que forjáis.
Sembrad, pero que el tirano no os lo robe;
Cread riqueza, pero que el impostor no se la apropie;
Tejed telas, pero que el ocioso no las vista;
Forjar armas, pero para defendeos.
Permaneced en vuestras bodegas, agujeros y celdas ;
Otros habitan los palacios que construisteis.
¿Para qué sacudir las cadenas que portáis?
Ved como el acero que forjasteis ahora os señala.
Con el arado y la espada, la azada y el telar
Cavad vuestra fosa y disponed vuestra tumba.
Tejed vuestra propia mortaja, hasta que la bella
Inglaterra sea vuestro sepulcro.
P.B.Shelley
Canto a los hombres de Inglaterra fue compuesto por Shelley a finales de 1819 y forma parte de un grupo de poemas políticos.Después de su muerte fue recuperado por el movimiento obrero inglés y cantado en las demostraciones públicas
miércoles, 23 de septiembre de 2015
Ultimas monedas, poema de Juan Carlos Mestre
Grabado de Juan Carlos Mestre
ULTIMAS MONEDAS
Aún me quedan unas monedas para gastar en la felicidad
Ir al teatro con asientos de felpa donde nunca nos conocimos
Y poner en el periódico una esquela a este mundo de perros
Aún me queda una moneda para los ricachones otra para
los mendigos
Que discuten bajo los soportales con los inspectores de Hacienda
Una moneda para un ramo de jacinto y otra para coger el
ómnibus
Mientas los alcaldes de mar calientan la vieja sopa del cosmos
Y tu sales a la pista del sueño en brazos de todos los payasos
anónimos
Una moneda para el silencio que pisan los gatos callejeros
en la noche
La que compra los restos de desesperanza que le sobran a la gente
Y de mano en mano devuelve su recuerdo a la billetera de Dios
De su libro La bicicleta del panadero
lunes, 21 de septiembre de 2015
Arthur Rimbaud, Una temporada en el infierno
Heredo de mis antepasados galos los ojos azul-blancos, el juicio estrecho, y la torpeza en la lucha. Considero mi vestimenta tan bárbara como la suya. Pero no engraso mis cabellos
Los galos fueron los desolladores de bestias, los incendiarios de hierbas más ineptos de su tiempo.
De ellos heredo : la idolatría y el amor al sacrilegio ; ¡oh! todos los vicios, cólera, lujuria -magnífica, la lujuria ; - y sobre todo mentira y pereza.
Me horrorizan todos los oficios. Patrones y obreros, todos plebe, innobles. La mano que maneja la pluma vale tanto como la que conduce el arado.- ¡Que siglo de manos! -Yo nunca tendré mano. Además, la domesticidad lleva demasiado lejos. Me exaspera la honradez de la mendicidad. Los criminales repugnan como los castrados : en cuanto a mí, estoy intacto, y me da lo mismo.
Arthur Rimbaud, extracto de su libro Una temporada en el infierno
Aguafuerte y aguatinta
viernes, 28 de agosto de 2015
Introducción a la Biblia de Chagall Gastón Bachelard
Acuarela de Juan Carlos Mestre
¡Que privilegio para un creador de formas, para un pintor genial, recibir la tarea de representar el Paraíso! ¡Ah! todo es paraíso para el ojo que sabe ver, que gusta de ver. Chavala ama al mundo porque lo sabe mirar y sobre todo porque ha aprendido a mostrarlo. El Paraíso es el mundo de los colores bellos. Para un pintor, inventar un color nuevo , es un placer paradisiaco! En ese placer, el pintor mira lo que no ve : crea. A cada pintor su paraíso. Y quién sabe poner los colores que concuerdan está seguro de pintar la concordia de un mundo. Antes que nada, el Paraíso es un cuadro hermoso.
Gaston Bachelard de su libro El derecho de soñar
sábado, 22 de agosto de 2015
Ree Morton
EXPOSICIÓN DE REE MORTON EN EL REINA SOFÍA
Ree Morton (Ossining Nueva York, 1936-Chicago 1977) es un artista re-descubierta. Inicia su trabajo a la edad de 30 años y fallece a los 40 en un accidente de tráfico. Deja sin embargo una obra intensa y singular. Se define como una reacción contra el expresionismo abstracto de posguerra y una "abstracción excéntrica" utilizando materiales "extravagantes y efímeros" encontrados y cotidianos. Realizó pinturas, esculturas y el arte de la instalación. Un nuevo romanticismo y una teatralidad barroca.
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