A LA MEMORIA DE JOSEPH
Tomé café con Brodsky en un bar del Gianicolo
Yo no sabía inglés, él no hablaba la lengua de Cervantes
Mecachis en la mar apenas nos pudimos entender
El pidió un sándwich de huevo duro mientras reflexionaba
Sobre la claridad innata de las ruinas de Roma
Al menos eso deduje por el modo en que desenfundaba
Sus ideas como una navaja de afeitar en la cara de un niño
Los payasos están destruyendo el circo, me dijo
A mi me pareció de mal gusto hacerle algunas matizaciones
Si yo fuera un prerrafaelista también me hubiera enamorado de Ofelia
Si yo fuera un licenciado en ciencias exacta habría reinventado el cero
Tampoco hay que ponerse así por unas cuantas decapitaciones
Ambos sentíamos admiración por los polígamos
Sin embargo, nuestro temperamento flemático
Era lo más parecido a un buque de guerra
Y hasta las palomas se lo pensaban dos veces antes de acercarse
Iba para Ischia, no muy lejos de donde vivió Virgilio
Haciéndole honores a sus antecedentes de vago
Se fue poniendo rígido al barajar algunos nombres
Virutas de garlopa, lágrimas de quien pica cebolla
Cambiamos de chismorreo, hablamos de las abejas
Hablamos de los accidentes aéreos y la escritura cuneiforme
De las gallinas en el barro, caravaggios contra berninis
Un tipo estupendo, lo habían echado de un manicomio
Y a mí me echaron de la Academia unos días después
Juan Carlos Mestre del libro La casa roja
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