lunes, 21 de diciembre de 2015
La casa de los peces
LA CASA DE LOS PECES
Vivo en la casa de los peces donde el hombre es un río lejano,
donde el profeta de las cenizas está prisionero en sus sueños
y en cada pupila quemada el espía de los silbidos vigila una estrella.
Vivo, por decirlo así, en la casa de los peces de la transparencia
donde todas las escaleras llevan hasta la profunda ciencia del humo
el silencio de los que se aman sobre la Tierra.
Vivo bajo las lluvias desconocidas que vienen a hablarnos,
cerca de las ventanas donde se asoman los que a nadie esperan,
vivo entre los que permanecen inmóviles esperando la resurrección de su nada.
Vivo en los que desaparecieron y caminan por subterráneos jardines
y entre aquellos que aún no han abierto los ojos a los destinos solares,
vivo en la imaginación de los que florecerán en sus lechos nocturnos.
Vivo en los que viven después de haber respirado su primera mañana,
al lado de los que construyen el recuerdo de su concluida aventura,
vivo junto a los cuadros borrados por la visión de otra voz absoluta.
Vivo en la negación de la muerte donde todo pensamiento es un ángel que huye,
donde cada persona se alimenta con alas y mensajero y caballo,
vivo en la casa de los peces donde el hombre es un río lejano.
Alexandra Domínguez del libro Poemas para llevar en el bolsillo
martes, 1 de diciembre de 2015
Flores para Wilde, Alexandra Domínguez
FLORES PARA WILDE
No lo olvides, Benvenuto Cellini las hubiera hecho fundir en plata,
no son rosas, son las palabras de mi padre defendiendo a Wilde,
en el cementerio de Père Lachaise hoy cuatro de octubre, otoño,
Carezca de sentido la flor en el ojal, guarde su tijera de plata el jardinero,
carezca de razón el capitán de un barco.
Pueda de la mano de mi padre regresar esa sombra al Tribunal,
defender su guante blanco ante la reina, ser nombrado lord
por sufragio universal de todo los fugaces astros de la noche.
Declaren ante el juez los días lunes, acuda de testigo el mar de Irlanda,
jure la Luna por su noche, jure por su honor el Sol sobre un sombrero.
Diga cada cual ante la Corte quién más alto en la rama de los hombres,
quién en letra de escribir más tinta de soñar,
quién más solo náufrago bajo el mar del cielo,
dilo tú, anglicano gris pastor de lobos.
Hay en la Prisión de Reading un panel de pájaros,
hay una boquilla de marfil en cada mesa de París junto al café,
hay una gota de tinta azul en el manifiesto de lluvia del otoño.
Vuelva de la mano de mi padre a su bella verdad la absuelta sombra,
borre la niebla un carro de caballos, salga de nuevo al escenario,
lo aclame el tapiz rojo, lo aclamen las butacas de los números impares,
la última comedia de la muerte ha terminado.
Alexandra Domínguez, del libro La conquista del aire
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