miércoles, 28 de octubre de 2015
lunes, 26 de octubre de 2015
Poética
Acuarela de Juan Carlos Mestre
Hay un mito que sostiene que la poesía
chilena estaría fundada en esa paradójica dialéctica entre la hermosura y el
trauma, la belleza tantas veces terrible de una geografía que roza la
revelación de lo alto, a través del secreto y las fuerzas telúricas. Ello te
obliga a permanecer siempre en lo mismo de lo mismo, y quizás por eso a leer a
escribir lo innombrable en una intensa soledad, con un sentimiento de fuga,
pero a la vez de constante regreso a un país construido con el resto de todas
las palabras, la desobediencia de todos los lenguajes.
La poesía me devuelve a un lugar mítico,
donde vagan libremente todas las revelaciones, todos los enigmas de los grandes
poetas chilenos, que le arrancaron palabras al vacío para forjar la identidad y
conciencia de un pueblo. Al regresar poéticamente me abrazo al huidizo desierto
de Atacama, al persistente Sur, a las piedras de Chile, al pan amasado por las
pobladoras de la Cruz del Sur, sintiendo a mis espaldas la amorosa presencia de
los antepasados reales e imaginarios, personales, colectivos y literarios. Pero
lo hago como una extranjera, una viajera en tránsito, intentando poblar la
distancia que me separa del origen con las voces colectivas que me unen y son
parte de mí, después de haber recorrido otros mundos, escuchado otras voces.
Alexandra Domínguez
viernes, 16 de octubre de 2015
Poética
Pintura sobre papel
POÉTICA
¿Pero
hacia dónde? ¿Hacia qué intemperie o casa va la mujer, el hombre, la realidad
sin género de su aptitud de habla?
Lo ignoro. Sigo pensando en ello. Pero tal vez sean los poetas, los que
desconstruyen como el cabalista las palabras, quienes me hayan mostrado
finalmente el principio. No vamos a otra parte que no sea hacia nosotros
mismos. Detrás de todos los sentidos de lo oculto lo que significa es la idea
de lo que en cada palabra existe. No sé si una verdad superior, pero si una
cualidad de verdad, una misteriosa, imprescindible por inalcanzable voluntad de
redención, un lugar sin tiempo donde la conciencia del pasado es anticipación
de las palabras del futuro. Para el poeta adentrarse en la escritura es salirse
de la normativa de los significados, hacer significante el azar, concebir lo
que se bifurca como constante dirección del camino, laberinto que deviene en
laberinto, salida que conduce a la entrada donde se encuentra, nuevo, intacto,
otra vez el secreto. Mas no se trata de algo encerrado, sino más bien de un
secreto con todas las puertas abiertas, en el que no está reservado el derecho
de admisión, pues él, el conocimiento humano es en si mismo un derecho natural de la condición de
persona.
Esto que digo, este camino que
he tomado para explicarme está lleno de obstáculos. Yo no puedo ante sus
impedimentos. Nombro el paisaje que rodea mi cabeza, levanto su mapa, señalo en
él lo áspero y amable de mis sentimientos al recorrerlo, mas no sé de qué
materia es la materia de lo que a lo lejos brilla, de qué tierra humilde, de
qué arcilla noble, mi condición de mujer que escribe versos. Ahí está la
imaginación, ahí también los símbolos y mitos, ahí los sagrados alimentos de
cuantos me han ido iluminando con su linterna de palabras mi pequeño camino.
Al reflexionar sobre ello he creído entender que la poesía no es solo un
acto de escritura, mas aún, que la poesía existe antes que la escritura. La
poesía como un acto previo de la conciencia, un acto de revelación cuyo suceso
acahece inherentemente a todo aquél que se adentra, por voluntad o extravío, en su lugar moral, y es
allí donde adquieren identidad, y allí también donde su personalidad de habla,
su relación con el mundo, su otredad, su pasión precaria, su temor ontológico,
son, no razón real de su ser, sino virtual conciencia poética.
Algunos poetas escriben para aprehender, otros para desprenderse, el
intento es el mismo, la palabra es extraña, misteriosa en ambos, igual de
sobrecogedora la ilusión de su vida enfrentada a los enigmas de la muerte,
igual de perecedero su amor ante la duración de la vida. Pero basta aquí
también una palabra para salvarlos, la
iluminación de alguna palabra de verdad, esa verdad ante la que cada
poeta intenta emplazarnos, esa verdad que dignifica la condición humana cuando
lo más propio de nosotros, la palabra, es compasiva y clemente, con la
construcción de nuestro destino.
Alexandra Domínguez
viernes, 9 de octubre de 2015
El oficio del poeta Elisa Martín Ortega
La literatura es entendida como un texto con numerosas capas que cada lector lee, reinterpreta y reescribe. Esta concepción conecta de inmediato con la percepción que tiene el cabalista de las Escrituras, como un bien inagotable o un rostro envuelto en setenta velos (un número que remite al infinito) ; el fondo es inalcanzable, el rostro nunca puede ser visto.
Jaime Alzraki
El oficio del poeta estaría íntimamente unido a esta creencia. En sus versos el poeta intenta llevar a cabo un trabajo de interpretación del mundo atendiendo a los murmullos, los sonidos y las luces, tratando de revelar su significado oculto. Dicha labor, que excede las capacidades humanas, es para Borges universal y necesaria : el lenguaje secreto de la vida y de las cosas debe tomarse como base de cualquier ejercicio poético. Y así lo expresa en su célebre poema "Arte poética" :
Elisa Martín Ortega
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor, un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
vuelve como la aurora y el ocaso (Borges 1989)
Del libro El lugar de la palabra de Elisa Martín Ortega
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