Aguafuerte
CONTRA LAS NATURALEZAS MUERTAS
Tú no has nacido para la muerte, ¡inmortal pájaro! ...
John
Keats
He visto una luz
posada sobre la línea en que respira un pájaro
y he visto al niño cuya palabra azul nombra
el canto en cuya respiración
lo que dibujo es pájaro de Persia, pájaro de
piedra, pájaro de Perse.
He visto a los pájaros que emigran,
a los pájaros de tinta que salen de los
túneles y vuelan al papel del cielo,
y allí a semejanza de su voz permanecen en el
entorno de los ángeles.
He visto pájaros
conmovidos por la irrealidad del blanco
entrar en los papeles del invierno donde vive
la tempestad de Turner.
Y he visto en lo que he visto la misericordia
real de lo imaginario,
pájaros dibujados por la mano zurda de los
naturalistas, pájaros rojos
descendiendo sobre el trigal de los
concilios, pájaros de las limosnas
y pájaros de la importancia sobre los grandes
silencios de la duración.
He visto pájaros en los lienzos donde
permanecen para siempre los gritos,
pájaros de Munch en las barandillas de la
cabeza de Eduarch
pájaros de Goya en la madrugada de los
fusilados
donde ladran sus lámparas heridas los perros
de la consolación.
En todo lo que he
visto me han visto los pájaros, en Versailles
los pájaros que a Versailles llevan una gota
de ámbar antiguo,
los diminutos pájaros de las constelaciones
que encienden fogatas
en las islas de Patinir, los que beben las
gotas de brea en las alambradas
y hacen florecer el laurel de las
interrogaciones en los jardines de Klee.
He visto a esos pájaros, he pintado esos
pájaros hasta adentrarlos en mí,
hasta anidarme con ellos en los espacios
futuros de lo que ha de ser verdadero.
He visto lo que nunca se sabe de un pájaro,
el mapa que llevan en el pecho,
el silabario de la conversaciones entre los
muertos y las estrellas, he visto
a todos los pájaros del universo sobre el
tejado de albahaca de las sinagogas,
a los pájaros durmientes que brotan del
violín de nieve de Chagall.
He pintado esos pájaros, les he puesto saliva
de Ana Karenina para que respiren en el amor,
les he dado migas de linterna para que
busquen a Mandelstam.
La necesidad de los pájaros cruza cada mañana
el horizonte de mis bastidores,
van hacia La Meca a teñir de amarillo las
alcobas de la tiniebla,
cruzan las estepas de Mongolia con una
pestaña de caballo en el pico.
Los pájaros que he visto viven en los lienzos
de lino, traen semillas de violetas
en el corazón, guían de regreso a la felicidad
los trenes con destino a Liberia.
Los pájaros que digo dicen palabras al oído,
van a Pekín y se acuestan con el emperador,
van a Roma y escriben los epitafios de
quienes no han nacido para morir.
He visto pájaros en el Louvre y he visto
pájaros en la aldea donde nació mi padre,
pájaros zen y pájaros sufís, pájaros sobre la
cruz de Tápies
y solitarios pájaros destinados a la
salvación por San Juan de la Cruz.
He pintado abismos, esferas, laberintos, he dibujado seres y consultado
manchas,
he visto lo que he visto: adiós naturalezas muertas, bienvenidos
pájaros.
Alexandra Domínguez