AÑOS DIFÍCILES
El mundo ha envejecido
Y el hombre es el jinete que perdió el caballo
Piensa
Mrs. June Stanford
R. del Valle
El niño es el ángel
que perdió el caballo, musitó
en
triplicado Thomas Dentzel a la hora del espejo,
el día que desmanteló
sus carruseles. Germantown, 1928.
Años
difíciles.
Será por mis pecados,
repetía Jenny Littleton, rubia entre
negros,
mirándose los dientes, sin pan que llevarse a la
boca, la de
sus cuatro polluelos.
Años de vender dos lámparas y quedarse con una
alumbrando el
paladar. Dios que todo lo ve, ahí
El adorno escuálido del esqueleto con terribles cintas de
cumpleaños.
Y los inviernos, esos alfileres sin llorar, como el olor de
los
sótanos
húmedos, persistente.
Y el verano del 33 : dormir en el patio, la camisa, la
cabellera
desatadas, la locura y el terror de las caries.
Años difíciles. Y comprar, águilas de la ocasión, comprar
ahora que se
desplegó esta carcoma, comprar si tienes
El dinero.
O vender si no lo tienes .Y de un plumazo sobre el San
Juan River a
todo vuelo, pajaritos de la ocasión.
Monopolio sería la palabra reflejada en el río, detrás del
museo,
duplicada en los sueños.
Charles Darrow la escribía y la volvía a escribir en las
arenas de
Atlantic City ; la escribía con ese rouge de
película en el
espejo del baño. Solo Dios lo sabe.
Todo negocio es un riesgo, que bárbaro .Como el amor. En
el fondo, tal
vez caminando por Chelten Ave.
Se trate de comprar un chancho y venderlo como si fuera
una estrella.
El chancho rosado de los carruseles.
Solo los ángeles son
capaces de cabalgar chanchos rosados
sin desbarrancarse, musitó Darrow,
con el miedito de
no ser
original.
Años difíciles, repetía Jenny. Será por mis pecados que
sin
siquiera sonreír he ido cometiendo.
Vuelta loca pecaré,
se decía en la tina del baño,
enmarañada
frente al espejo.
Galoparás, se dijo
a los ojos, como asomando entre medias
De seda.
Raúl Barrientos
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